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PERSEUS
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Nombre en
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Objetos
interesantes del cielo profundo
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Mitología e historia [por Manuel Gutiérrez]
Héroe mítico hijo de Zeus y Dánae. La genealogía humana de Perseo es extraordinaria: su bisabuelo Abante, rey de Argólide y nieto de Dánao, fue un famoso guerrero que después de su muerte bastaba con mostrar su escudo para que sus enemigos huyeran. Se casó con Aglaya y tuvo dos hijos mellizos a los que legó su reino, Preto y Acrisio, que ya disputaban en el seno materno. Ambos gobernaban alternativamente hasta que Preto sedujo a Dánae, hija de Acrisio y éste no devolvió el turno a su hermano. Preto huyó a la corte de Yóbates, rey de Licia, donde se casó con su hija Estebenea y esperó el momento propicio para regresar y reclamar sus derechos. Cuando volvió al mando de un ejército licio se libró una cruenta batalla en la que ninguno de los contendientes obtuvo la victoria; llegando al acuerdo de dividir el reino. Acriso obtuvo Argos y Preto, Tirinto, el templo de Hera de Micenas, Midea y la costa de la Argólide. Acrisio, casado con Aganipe, que sólo tenía una hija, Dánae, consultó a un oráculo para conocer cómo podría tener un heredero varón, recibiendo esta respuesta: No tendrás hijos varones y un nieto te matará. Para evitar que la profecía se cumpliera encerró a Dánae en un calabozo de puertas de bronce, vigilado por perros salvajes. Zeus que estaba enamorado de la joven llegó a ella en forma de lluvia de oro y Dánae quedó encinta de Perseo. Cuando Acrisio descubrió el embarazo no creyó que fuera de Zeus sino de su hermano Preto que había vuelto a las andadas. No atreviéndose a matar a su hija, esperó a que diera a luz y a ambos los introdujo en un arca de madera y los arrojó al mar. A la deriva, el arca llegó a la isla de Sérifos donde madre e hijo fueron rescatados por Dictis, hermano del rey Polidectes, quien acogió a ambos en su propia casa. Cuando Perseo alcanzó la edad viril defendió a su madre del acoso a que la sometía Polidectes al querer casarse con ella. Al no conseguirlo pidió la mano de Hipodamía y como regalo de bodas pidió un caballo. Perseo que no podía ofrecérselo propuso darle un regalo mejor: la cabeza de la gorgona Medusa. El rey aceptó encantado porque la empresa era peligrosa y Perseo se alejaba de su madre. Para realizar este trabajo, Perseo necesitó de la ayuda de los dioses: Atenea mostró las imágenes de las tres gorgonas para que pudiera distinguir a Medusa, mortal, de las inmortales Esteno y Euríale; luego le advirtió que no mirase de frente a Medusa, sino en un reflejo y le regaló un escudo pulimentado. Hermes le entregó una hoz diamantina. Pero necesitaba también un par de sandalias aladas, un zurrón para guardar la cabeza de medusa y el yelmo negro de la invisibilidad de Hades. Todas estas cosas estaban al cuidado de las ninfas de Estigia. Para llegar a este lugar Perseo necesitó de la colaboración obligada de las tres Grayas, hermanas de las gorgonas con forma de cisne a las que les robó el ojo y el diente que compartían. Conseguida la equipación completa, se dirigió volando al país de los Hiperbóreos encontrando a las gorgonas dormidas. Mirando a través del reflejo del escudo y con un certero golpe de hoz, Perseo cortó la cabeza de Medusa. Del cuerpo muerto salieron el caballo alado Pegaso y el guerrero Crisaor con una cimitarra de oro. Ambos habían sido engendrados por Posidón. Aunque las otras gorgonas se despertaron Perseo huyó invisible por el casco de Hades. En su regreso petrificó al titán Atlas, por su inhospitalidad; dejó caer el ojo y el diente de las Grayas sobre el desierto transformándose en serpientes venenosas; al rodear la costa de Filistía encontró a Andrómeda (véase esta constelación) a la que salvó y con quien se desposó. Al regreso a la isla de Sérifos se dirigió al palacio real, donde Polidectes celebraba un banquete, para llevarle el regalo de bodas. Perseo fue muy mal recibido, pues debería haber muerto en el intento; ante el hostil recibimiento sacó la cabeza de Medusa y todos quedaron convertidos en piedra. A continuación entregó la cabeza de Medusa a Atenea que la colocó en su égida; devolvió la hoz a Hermes y las sandalias, el zurrón y el yelmo a las ninfas Estigias. Después nombró rey a Dictis. Perseo se hizo a la mar rumbo a Argos, acompañado de su madre, su esposa y un grupo de cíclopes. Al enterarse su abuelo Acrisio del regreso de su nieto y para evitar que el oráculo se cumpliera, huyó a Larisa. Allí el rey Teutámides celebraba unos juegos fúnebres, en honor de su padre, a los que invitó a participar a Perseo; al lanzar el disco, el viento y los dioses lo desviaron para golpear en la cabeza de Acrisio que se encontraba entre los espectadores. De esta manera se cumplió el oráculo. Perseo enterró a su abuelo en el templo de Atenea. Avergonzado de reinar en Argos lo cambió por el reino de Tirinto con Megapente, hijo de Preto. Más tarde recuperó el reino original de Preto. Fortificó Micenas y Midea con ayuda de los cíclopes. En la historia de la astronomía la estrella b Algol, variable por eclipse, ha tenido gran trascendencia conceptual. Durante las épocas en las que se consideraba el firmamento inmutable y perfecto no pudo pasar desapercibido el cambio de brillo de esta luminosa estrella, por eso y para salvar el modelo aristotélico celeste, se colocó sobre esta incómoda estrella la cabeza de Medusa. El nombre árabe que nos ha llegado significa el Diablo. |
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