Estamos en proceso de recuperación de las secciones de LQ. Por favor, ten paciencia.

 INTRODUCCIÓN

  Desde
los años 60, el SETI (Search for Extra-Terrestrial
Intelligence o Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre en español)
ha estado buscando cualquier señal sospechosa que nos haga
pensar que una civilización extraterrestre esté intentando
contactar con nosotros. Tal vez nos parezca una locura, o una pérdida
de tiempo, pero hay muchas esperanzas puestas en los proyectos puestos
por el SETI, en especial de SETI@home, que une millones de ordenadores
para procesar los datos que llegan del radiotelescopio de 305m de
Arecibo. Así pues, la radioastronomía ha sido la elegida
para tratar de encontrar dichas señales, y a ella le dedicaremos
especial atención en este especial. (Es de suponer que la posibilidad
de ir en naves para encontrar tales civilizaciones es nula con lo
que tenemos ahora, pues tardaríamos demasiado tiempo comparado
con el de la vida de una persona).

¿Hay
posibilidades de encontrar algo?

  Haberlas
haylas, pero no podemos saber con exactitud cuántas. Desde
hace más de una década, no habíamos encontrado
ningún planeta
extrasolar, es decir, que no perteneciese al Sistema Solar. Pero
sabíamos que tenían que estar por ahí. El resultado
de ésta larga búsqueda se dio en 1995, cuando encontramos
el primer planeta
extrasolar, y desde entonces no ha parado la cuenta, y ya asciende
a más de 100 planetas. Cierto es que son planetas con pocas
posibilidades de albergar vida, por el simple hecho de ser colosos
parecidos a Júpiter, algunos más grandes, otros más
pequeños. Por ser como Júpiter, seguramente son gaseosos,
y por ello la vida no se puede desarrollar en dichos mundos, o al
menos eso decimos nosotros, que pertenecemos a la Química del
Carbono y no conocemos otra posibilidad. Pero no por ello hay que
tirar la toalla, pues los planetas similares al nuestro lo encontraremos
cuando dispongamos de la tecnología necesaria para diseñar
"ojos" espaciales para verlos. Y esto ocurrirá dentro
de no mucho tiempo. Por ahora, paciencia.

  No
hemos encontrado vida inteligente en nuestro Sistema Solar, aunque
sí indicios de que por Marte corrió el agua, así
como que en Ío los volcanes de la actualidad nos hacen recordar
los nuestros del pasado. Vivimos en un sistema en constante cambio,
donde cada planeta sigue su curso. Desde luego que no esperamos que las condiciones cambien
lo suficiente como para que aparezca vida inteligente en otros planetas
vecinos en nuestro corto período de vida.

  Es
por ello por lo que nos preocupamos por buscar la vida en planetas
extrasolares.

ECUACIÓN
DE DRAKE, ¿Qué posibilidades hay de encontrar vida inteligente
extraterrestre que puedan contactar con nosotros?

  Es
una pregunta de difícil respuesta. Nosotros pertenecemos a
la química del carbono, y no sabemos ni siquiera si el carbono
es esencial para la vida. Además de carbono, hay otros factores
con los que hubiese sido imposible la vida en la Tierra si no existiesen.
Uno de ellos es la distancia que nos separa nuestro planeta del Sol: ésta es muy importante, pues estamos en una posición
ideal para que la temperatura se mantenga en niveles óptimos
y que el agua permanezca en estado líquido. También
es importante el agua: es en este líquido donde parece que
surgió la vida en la Tierra, y de ahí las especies se
difundieron por todo el planeta.
Y después también hay otros factores, como el que la
atmósfera contenga los elementos principales (el oxígeno,
hidrógeno…).

  Y
ahora pasemos a la teoría de Frank Drake. El radioastrónomo
Drake de la universidad de Cornell formuló una ecuación
cuyos términos eran difíciles de estimar. Por supuesto,
no hay que fiarse del resultado. La ecuación es la siguiente:

N = R* x fp
x ne x fl x fi x fc x
L

N
Número
de civilizaciones comunicativas de la Galaxia
R
Número
medio de estrellas presentes en la Vía Láctea
fp
Fracción
de estas estrellas que pueden tener planetas a su alrededor
ne
Número
de planetas en el interior de estos sistemas que albergarn esperanzas para
la evolución de la vida
fl
Número
de planetas donde actualmente se desarrolla la vida
fi
Número
de planetas donde la vida es inteligente
fc
Número
de planetas donde se ha desarrollado la tecnología necesaria para la
comunicación
L
Vida
media de tales civilizaciones

 

LA
RADIOASTRONOMÍA, UNA BUENA OPCIÓN

  Anteriormente
hemos dicho que la radioastronomía es el arma que utiliza el
SETI para encontrar vida inteligente extraterrestre. ¿Por qué?
Simplemente porque es del espectro
electromagnético el tipo de onda que menos energía
requiere. Para entender lo que es el espectro
electromagnético, antes deberemos saber lo que son las
ondas.

  Las
ondas son perturbaciones que se producen en un foco y que se expanden
por el espacio. Hay dos tipos de ondas, las mecánicas y las
electromagnéticas. Las dos transportan energía sin que
haya transporte de materia, pero la diferencia entre ambas es que
las electromagnéticas no necesitan medio material por el que
propagarse, a diferencia de las mecánicas que sí lo
necesitan. Un ejemplo de las mecánicas es el sonido: cuando
conversamos en la Tierra, el sonido nos llega gracias al aire, pero
si intentásemos hablar en el Espacio exterior, la tarea sería
imposible, no escucharíamos nada en absoluto. Resuelta ya la
diferencia preocupémonos por las electromagnéticas.

  Estas
ondas se pueden propagar como ondas y como partículas:
– Cuando viajan como partículas lo hacen a través de
fotones, es decir, mediante paquetes de energía desprendidos
por los cuerpos al perder energía.
– Las ondas electromagnéticas se propagan mediante la oscilación
de campos eléctricos y magnéticos. Estos campos están
en ángulo recto entre sí y respecto a la dirección
de la onda. No necesitan un medio material para desplazarse.

  Éstas
van a una velocidad de 299.792 km/s, y se caracterizan por su frecuencia
(u) y longitud de onda (l).
La frecuencia es el número de oscilaciones por segundo, medida
en Hercios (Hz). La longitud de onda es la distancia en metros existente
entre dos valles o dos crestas de una onda.

  Recibimos
del espacio importantes emisiones de ondas electromagnéticas
y éstas nos sirven para conocerlo mejor. De todas las ondas
que forman el espectro
electromagnético, las capas atmosféricas impiden
que ciertas longitudes de onda lleguen hasta nosotros. En particular,
recibimos las siguientes: la luz visible (la única que nuestros
ojos perciben), pequeñas partes del infrarrojo y del ultravioleta,
y las ondas de menor longitud que las ondas de radio. Hasta no hace
mucho, el ser humano sólo pudo estudiar del cielo las ondas
de luz que nos llegaban, pero éstas eran solamente una pequeña
porción del espectro
electromagnético. Más tarde, y conforme la ciencia
y la tecnología progresaban, fuimos descubriendo nuevas formas
de "ver" el Universo,
y así, entre otras cosas, descubrimos los cuásares y
más recientemente las explosiones de rayos gamma (GRB). Así
pues, con los telescopios hemos visto numerosos eventos astronómicos,
y con otros aparatos como los radiotelescopios (para ver las ondas
de radio) hemos visto aumentada la información sobre todos
los aspectos existentes. Los radiotelescopios tienen el inconveniente
en la Tierra de poder recibir interferencias que puedan causar problemas
en las investigaciones (debido a las TV, radios, tormentas…). Por
otra parte, hemos puesto en órbita telescopios para observar
los rayos X (el Chandra) y otros muchos más que no pueden estar
ubicados en nuestro planeta
por el simple hecho de que no nos llega todo el espectro.

  Mediante
los radiotelescopios, el SETI pretende captar señales de civilizaciones
extraterrestres, pero éstos sirven también para otras
cosas: nos permiten oír tormentas cercanas, tormentas de Júpiter,
agujeros negros, la actividad del Sol, la actividad de los blásares,
cuásares, radiogalaxias… Pero existe un pequeño inconveniente
en la radioastronomía: el tamaño sí importa.
Así que para captar más información, necesitamos
disponer de platos (la parte en forma de parábola de un radiotelescopio)
mayores, de tal forma que, por ejemplo, el radiotelescopio de Arecibo
mide 305m de diámetro, mientras que los radiotelescopios de
aficionados miden unos pocos metros, y por ello son menos valiosos.
Para que la intensidad sea mayor, se utilizan también amplificadores.
Pero sin duda la mejor idea es la de la radiointerferometría,
que, resumiendo, significa la unión de varios radiotelescopios
para lograr mejores resultados. Un ejemplo de ello es la Gran Disposición
de radiotelescopios en Batería (GDB) situado en Nuevo México
(EE.UU.) que utiliza 27 parábolas de 25m de diámetro
cada una. Ésta técnica no se puede utilizar para la
luz visible desgraciadamente.

  De
las ondas de radio, nos llegan a la Tierra aquellas comprendidas entre
los 1mm a los 100m. Un radiotelescopio no recibe todas las ondas de
radio que uno quiere, sino que debe sintonizarlo, al igual que hacemos
con las TV o las radios. Es especialmente interesante la sintonización
que muchos radioastrónomos hacen en la longitud de onda de
21cm. No está calculada al azar, sino que es precisamente el
hidrógeno el culpable: cuando un electrón de un átomo
de hidrógeno pasa a ocupar otro nivel dentro del mismo átomo,
libera un fotón de energía a una longitud de onda de
aproximadamente 21 cm, lo que equivale a una frecuencia de 1428 MHz.
Es sólo un elemento de entre los cientos existentes, pero es
el que más abunda en el Universo,
por ser el más simple.

 

HISTORIA
DE LA RADIOASTRONOMÍA

  Para
buscar los orígenes de la radioastronomía, debemos remontarnos
hasta los años 30. Fue por esta época cuando Karl
Jansky
, graduado en Física en la Universidad de Wisconsin,
empezó a trabajar en los Laboratorios de Teléfonos Bell
en Holmdel (EE.UU.) en 1928. Como empleado de la compañía,
se le asignó estudiar la interferencia de radio de las tormentas
para poder diseñar una antena que pudiera minimizar el ruido
(estática) que pudiera interferir con las radiotransmisiones
de la voz. Para ello diseñó una antena montada en una
base giratoria que se asemejaba a un tío-vivo. Así,
pudo observar con el tiempo que parte del ruido era producido por
las tormentas cercanas, por las lejanas, y por fuentes provenientes
más allá aún, fuera de la Tierra. Estas ondas
eran desconcertantes: vio que se iban desplazando día a día
con un retraso de unos 4 minutos, claro síntoma de que coincidía
con la rotación de la Tierra alrededor del Sol. Más
tarde se descubriría que provenía del centro de la Vía
Láctea, en la constelación de Sagitario. Jansky se mostró muy ilusionado con este proyecto,
y quiso profundizar con los estudios, pero su empresa vio que ya era
suficiente con los datos obtenidos.

  Pese
a los pilares puestos en la radioastronomía por Jansky, los
científicos no le prestaron la suficiente atención a
esta forma de ver el espacio. Fue ya en 1937 cuando Grober
Reber
, ingeniero de radiocomunicaciones, se hizo en su propio
jardín un prototipo de radiotelescopio con un plato de 10 metros,
con el cual hizo el primer mapa de radio de la Vía Láctea.
Entonces, con la 2ª Guerra Mundial, la radioastronomía
quedó ignorada por casi todo el mundo, hasta que resurgiría
a partir del final de la guerra y sería utilizada con casi
igual de importancia que el estudio de la astronomía en el
espectro visible.

  

HISTORIA
DEL SETI

  Para
conocer los comienzos del SETI (Search for Extra-Terrestrial
Intelligence
o Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre)
hay que remontarse al año 1959, cuando dos científicos,
Philip Morrison y Guiseppe Coconni publicaron un artículo en
la revista Nature, acerca de la posibilidad de usar las microondas
para las comunicaciones extraterrestres.

  No
había pasado ni un año cuando Frank Drake,
en 1960 y utilizando el radiotelescopio del NRAO (National Radio
Astronomy Observatory
u Observatorio Nacional de Radioastronomía)
en Green Bank con un diámetro de aproximadamente 25 m y sintonizándolo
en el hidrógeno neutro (21cm ó 1420 MHz), emprendió
el primer proyecto SETI, denominado Proyecto Ozma.
Este proyecto tenía como objetivos a las estrellas Tau Ceti
y Epsilon Eridani, las cuales habían sido publicadas en las
listas de posibles candidatas a albergar vida por Philip Morrison
y Guiseppe Coconni. Eran estrellas cercanas y muy similares al Sol.
De este proyecto, sólo encontraron una señal extraña,
que resultó provenir de un avión espía, el U2.

  En
1961, Frank Drake, en una conferencia en Green Bank, expuso su famosa
ecuación que lleva su nombre, la ecuación de
Drake
, mediante la cual quería darle número
a las posibilidades que teníamos de contactar con una civilización
extraterrestre de nuestra galaxia.

  Más
tarde, ya por el año 1962, el científico Peter van de
Kamp, tras estudiar a la estrella de Barnard detenidamente, concluyó
que debía moverse junto a uno o más planetas
a su alrededor.

  En
1967, una estudiante llamada Jocelyn Bell se dedicó
a estudiar los efectos del viento solar con los objetos tan distantes
como los cuásares. Al igual que las estrellas titilan (parpadean)
en una noche debido a la atmósfera terrestre, el viento solar
hace que los cuásares tengan el mismo comportamiento vistos
a través de las ondas de radio. Entonces, lo esperado era que
por el día, el efecto del centelleo sería mucho mayor
que el sufrido por la noche. Pero no fue así, porque durante
la noche, el parpadeo era muy grande, y además, notó
irregularidades con su apariencia. Con ayuda de su supervisor, Tony
Hewish, hizo un diagrama para investigar la señal cuando apareciese
de nuevo. Así, lo que encontraron no fue un cuásar,
sino una serie de pulsaciones separadas por un intervalo de 1.337
segundos, con una precisión de un reloj atómico. Se
sorprendieron tanto que no dudaron en que estas señales las
debían estar enviando una civilización extraterrestre,
y llamaron a las señales LGM (Little Green
Men
, que significa pequeños hombres verdes). Pronto descubrieron
que la fuente provenía del espacio y que se iba desplazando
por el cielo a razón de 4 minutos por día, claramente
debido al día sideral. Más tarde también confirmaron
que las señales no se estaban recibiendo de un planeta
que orbitase una estrella, y por ello, se descartó la posibilidad
de que fuesen hombrecillos verdes los responsables. Entonces pensaron
que se debía a una fuente natural: una estrella de neutrones
que, tras la explosión de una supernova, giraba muy rápidamente
sobre su eje, a unas 50 veces por segundo inicialmente. En este giro
suelta enormes cantidades de ondas de radio y de luz. Estos objetos
son los púlsares, y en la actualidad se conocen
más de un millar de ejemplares.

  En
1971 la NASA crea el Proyeto Cyclops, con el objetivo
de crear más de 1.000 radiotelescopios en batería (por
interferometría) para localizar fuentes de radio similares
a las de la Tierra en un radio de 1.000 años
luz. Pero los costes eran demasiado altos como para llevarlo a
cabo.

  Dejando
a un lado a la radioastronomía, por los años 1972-3,
se lanzaron las sondas Pioneer 10 y 11 con unas placas que describían
aspectos de nuestra civilización. Las posibilidades de que
otra civilización encuentre estas placas son casi nulas, pero
pensamos que merece la pena llevar este tipo de mensajes a lo largo
de la Galaxia
que de una manera u otra unan a los habitantes de la Tierra.

  En
el año 1973, la Universidad del Estado de Ohio (EE.UU.) comienza
un proyecto importante para el SETI con ayuda del Observatorio Big
Ear
del mismo estado. El objetivo era el de escanear el cielo
completo en lugar de buscar objetivos concretos. Este proyecto duraría
muchos
años y el 15 de agosto de 1977 daría una gran sorpresa.
Ese día y como cualquier otro, Jerry Ehman comenzó a
ojear detenidamente las señales recibidas por el radiotelescopio
en las hojas impresas, sin muchas esperanzas de encontrar algo. Pero
su sorpresa saltó hasta tal punto de escribir en un margen
del impreso la palabra "Wow!". Ni él
ni nosotros sabemos si se trata de una señal extraterrestre,
cuyos caracteres eran 6EQUJ5, como se muestra en la fotografía
de la derecha. ¿Y qué significan estos caracteres? Las
50 columnas primeras muestran valores de intensidad sucesivos recibidos
por el radiotelescopio del Big Ear en cada canal en intervalos sucesivos
de 12 segundos. Como sólo hay espacio para un caracter, decidieron
lo siguiente: utilizar un espacio para el valor de intensidad menor,
después los números del 1 al 9, y tras ello, las letras
de la A a la Z. El valor de U fue el mayor recibido hasta el momento.
Como la banda de los 1420MHz está protegida y no debe ser usada
por nosotros, esto causó mucho revuelo, pues en teoría
no procedía de una fuente humana. Pero hemos estado mirando
en la misma dirección decenas de veces, y no hemos vuelto a
encontrar rastro de la señal que recibimos tal día.
Pero como dice Ehman, la señal tal vez fuese una señal
terrestre que simplemente se reflejó en un trozo de basura
espacial y llegó hasta nosotros. Desde luego que si fuese una
civilización extraterrestre la que nos envió el mensaje,
nos la deberían haber enviado otra vez, pero no fue así.

  En
1979, los investigadores de la Universidad de California, Berkeley,
iniciaron un gran proyecto denominado SERENDIP (Search
for Extraterrestrial Radio Emissions from Nearby Developed Intelligent
Populations
, que significa Búsqueda de Emisiones de Radio
Extraterrestres de Poblaciones Inteligentes Avanzadas Cercanas). El
proyecto, que inicialmente se llamaría SERENDIP I,
consistía en montar sobre una parabólica un gran receptor
y observar por donde los radioastrónomos quisiesen. Desde que
se inició el proyecto, la tecnología ha ido evolucionando
y mejorando la cantidad de información que puede recibir el
radiotelescopio. Al principio el proyecto se centró en el Observatorio
Hat Creek de la Universidad de Berkeley, más tarde el SERENDIP
II
tendría lugar en el NRAO de Green Bank. A partir
de 1992, el radiotelescopio de Arecibo sería el siguiente objetivo,
ya con el SERENDIP III. En la actualidad vamos ya
por el SERENDIP IV, el más potente, y que
permite que los datos sean transferidos por Internet a Berkeley, donde
se somete cada unidad de información a una serie de algoritmos
para encontrar posibles señales extraterrestres. Este gran
proyecto colaboraría más tarde con el proyecto SETI@Home.

  En
1982, la NASA inicia un proyecto SETI mediante el
HRMS (The High Resolution Microwave Survey,
que significa la Búsqueda en Microondas de Alta Resolución).
Las observaciones se iniciarían en 1992, y contaría
con la ayuda de importantes instituciones, como el JPL en Pasadena,
y de buenos radiotelescopios, como el de Arecibo, en Puerto Rico.
Desgraciadamente, un año más tarde el congreso estadounidense
le corta el presupuesto al proyecto HRMS, debido, entre otras cosas,
a la inversión para la futura Estación Espacial.

  Volviendo
de nuevo a los años 80, en 1983 George Gatewood inicia una
búsqueda de planetas
extrasolares en el Observatorio Allegheny en Pittsburgh, Pennsylvania.

  Un
año más tarde, la Unión Astronómica
Internacional
(UAI) comienza a dedicarse a la bioastronomía
y a la búsqueda de vida extraterrestre.

  Ya
en 1984, se funda el Instituto SETI (The SETI
Institute
), inicialmente con fondos de la NASA. Tenía
como objetivo estudiar todos los aspectos de la vida en el Universo.

  En
1985, el proyecto META (Mega-Channel Extraterrestrial
Assay
o Ensayo del Mega Canal Extraterrestre) dio a luz en el
Observatorio Oak Ridge de la Universidad de Harvard, Massachusetts.
El proyecto tendría una importante donación de dinero
por parte del famoso director de cine Steven Spielberg. En 5 años,
descubrió 37 señales sospechosas, pero las investigaciones
llevadas a cabo más tarde, por los mismos radiotelescopios
del proyecto y ayudados del Proyecto Phoenix, no consiguieron encontrar
de nuevo tales señales.

  En
1988, Robert Stephens inicia el Proyecto TARGET (Telescope
Antenna Researching Galactic Extraterrestrial Transmissions
o
Antena de Telescopio investigando transmisiones Extraterrestres en
la Galaxia)
en el Radioobservatorio Algonquin. El programa estuvo activo hasta
que fue parado por sorpresa en 1991 con la clausura del Observatorio.

  En
1994 la Alianza SETI (The SETI League) se
funda, teniendo como presidente a Richard Factor. Se convirtió
en el principal proyecto observacional privatizado del SETI.

  Un
año más tarde, el Instituto SETI lanza el Proyecto
Phoenix
, como continuación del proyecto HRMS de la
NASA, usando el radiotelescopio Parkes, en Nueva Gales del Sur, en
el sureste de Australia. A diferencia del radiotelescopio de Arecibo
que observa una pequeña porción del cielo en cada momento,
el de Parkes se ocuparía de estudiar un sistema solar en todo
el proyecto.

  En
1995, de nuevo surge otro proyecto, el BETA (Billion-Channel
Extraterrestrial Assay
) desde el radiotelescopio de Massachusetts
de la Universidad de Harvard. Inicialmente el receptor funciona en
"modo sondeo". Para eliminar la interferencia, se usan 3
receptores. Dos de ellos se usan para analizar las señales
de las antenas de dos telescopios ligeramente contrarrestados en el
cielo, de modo que una posible señal pase primero por el receptor
este seguido por el oeste. El tercer receptor se encarga de recoger
la interferencia local. De este modo, si la señal es recibida
en el primer y segundo receptor, y no es almacenada como interferencia
en el tercero, entonces habría posibilidades de que fuese de
una posible civilización extraterrestre. Si pasa esta prueba,
entonces se reorientan las antenas hacia el oeste para someterlas
de nuevo a la misma prueba. De esta manera, el telescopio pararía
su "modo sondeo". y estudiaría repetidamente la fuente
encontrada.

  Sin
acabar el año 1995, hay que mencionar un importante descubrimiento:
el del primer planeta
extrasolar
encontrado, con el nombre de 51 Pegasi
B
, girando en torno a una estrella parecida a la nuestra.
En la actualidad ya se conocen más de 100 planetas
extrasolares.

  En
1996, la Alianza SETI (SETI League) contraataca, esta vez
con el Proyecto Argus, para sondear todo el cielo.
Lo que busca son emisiones fuertes de radio de posibles civilizaciones
que busquen estrellas de nuestro tipo.

  Al
mismo tiempo y en Argentina, se reanuda el Proyecto META II,
esta vez más potente.

  El
mismo año, El Instituto SETI (The SETI Institute) reanuda el
Proyecto Phoenix desde el NRAO (National Radio
Astronomy Observatory
o Observatorio Nacional de Radioastronomía)
en Green Bank, West Virginia.

  En
el año 1997 termina el proyecto Big Ear, al
demolerse para construir un campo de golf.

  En
el año 1998, el Instituto SETI (The SETI Institute)
y la Sociedad Planetaria (The Planetary Society) apoyan la búsqueda
de señales luminosas por parte de civilizaciones extraterrestres.

  De
nuevo el Proyecto Phoenix continúa su búsqueda
desde el Radiotelescopio de Arecibo, en Puerto Rico.

  En
el mismo año, se inicia el SERENDIP en el
hemisferio sur desde el Radiotelescopio de Nueva Gales del Sur, en
Australia.

SETI@Home

  El
proyecto del SETI@Home, posiblemente el más ambicioso, ha sido
el más reciente. Para los proyectos del SETI, se necesitan
dos cosas muy importantes: la primera, el de tener un radiotelescopio,
y la segunda, un ordenador para analizar los datos en busca de posibles
señales extraterrestres. Lo primero lo pone el radiotelescopio
de Arecibo, lo segundo, cualquier internauta. Este gran proyecto cuenta
con la ayuda de la alianza SETI (The SETI League).

  En
la actualidad, son más de 5 millones de personas las que colaboran
con sus ordenadores personales en el proyecto denominado SETI@Home.
Pero, ¿cómo funciona? Primero, el telescopio de Arecibo,
situado en un valle de Puerto Rico, recolecta toda la información
y la envía en forma de paquetes de aproximadamente 320 Kb a
los usuarios. Cada usuario debe haberse bajado el programa para realizar
las operaciones algorítmicas que le permitan buscar en su unidad
alguna señal extraterrestre. El usuario no es quien tiene que
hacer las operaciones, sino que es el propio programa el que se encarga
de hacerlo todo, menos la tarea de devolverle el paquete y recibir
el/los siguiente(s). Para analizar una unidad de 320 Kb, el tiempo
empleado en hacerlo varía según el ordenador del que
se disponga. Los PCs más actuales hacen la tarea en más
o menos 3 horas, mientras que ordenadores bastante antiguos lo procesan
en varios días (puedes apagar el ordenador aunque no hayas
terminado la unidad, pues la información se conservará
vayas por donde vayas).

  Desgraciadamente,
el radiotelescopio de Arecibo tiene sus inconvenientes: al estar la
antena fija en un valle y no tener la oportunidad de ser movido, sólo
puede apuntar hacia un 30% del cielo, pues siempre "mira"
hacia arriba.

  Es
un proyecto iniciado a finales de 1998, siendo en noviembre cuando
un grupo de 100 usuarios empezó a analizar la información.
Ya en 1999, la web del SETI@Home apareció en Internet, así
como el programa para que cualquiera pudiese descargárselo.
En la actualidad, está en fase de pruebas el SETI@home II,
aunque con el nombre ya cambiado: BOINC (Berkeley Open Infrastructure
for Network Computing
).

El
radiotelescopio de Arecibo

  Este
famoso radiotelescopio ha participado en varios proyectos del SETI,
al igual que ha aparecido en diversas películas, como Contact,
que trata de la búsqueda de vida inteligente mediante la radioastronomía.
Consiste en una enorme parábola en mitad de un valle de Puerto
Rico. Ésta mide 305m. de diámetro y 50m de profundidad.
Desde tres torres se sujetan mediante enormes cables al receptor que
se encuentra suspendido en el aire. El radiotelescopio opera en frecuencias
de 50 MHz hasta 10.000 MHz. No sólo ha colaborado para proyectos
del SETI, sino que también ha estudiado cuerpos del Sistema
Solar, nuestra atmósfera y objetos tan distantes como los púlsares.

Enlaces a páginas interesantes:

Web
oficial del Proyecto SETI@home, ¿te apuntas?
Con esto no
necesitarás tener el programa como salvapantallas, sino
que funciona mientras haces otras tareas en el ordenador. (SETI@home)
Grupo Astroseti
(SETI@home)
Grupo HispaSETI
(SETI@home)
Grupo Argentina
(SETI@home)
Jodrell Bank
Observatory
Big Ear Radio
Observatory & North American AstroPhysical Observatory
Al cielo y más
allá
El Radiotelescopio
de Arecibo
http://www.naic.edu/about/ao/telespa.htm