Solo bastaron un par de horas usando los datos disponibles en Internet para que los científicos de la Universidad de Sydney descubrieran que la Vía Láctea tiene un grosor doble de lo que se pensaba anteriormente.
El catedrático astrofísico Bryan Gaensler lideró un equipo que ha hallado que nuestra galaxia, una espiral plana de unos 100.000 años luz de diámetro, tiene 12.000 años luz de grosor, y no 6.000 como antes se pensaba.
Probando que no toda la ciencia requiere de aparatos grandes y caros, el catedrático y sus colegas, el Dr. Greg Madsen, el Dr. Shami Chatterjee y la estudiante Ann Mao, se descargaron datos de Internet y lo analizaron en una hoja de cálculo.
«Estuvimos lanzando ideas acerca del tamaño de la galaxia, y pensamos que tendríamos que revisar las cifras estándares que todos usan. Nos llevó unas pocas horas calcular esto por nuestros propios medios. Pensamos que nos habíamos equivocado, así que comprobamos y comprobamos de nuevo pero no encontramos ningún fallo.»
Para ello, el catedrático Gaensler explica que «usamos datos de púlsares: estrellas que destellan con un pulso regular. Conforme la luz de los púlsares viaja hacia nosotros, interactúa con los electrones esparcidos entre las estrellas (medio ionizado tibio o WIM) que ralentiza la luz.»
En particular, las longitudes de onda más grandes (más rojas) del pulso disminuyen la velocidad más que las cortas (las más azules), así que viendo en qué cantidad se aleja el rojo del azul podemos calcular cuanto WIM del pulso ha viajado a través.
«Si conoces con precisión la distancia del púlsar, entonces puedes averiguar la densidad de donde están los WIM y cuándo para, o en otras palabras, dónde está el borde de la galaxia.»
«De los miles de púlsares conocidos dentro y fuera de la galaxia, solo unos 60 tienen distancias bien conocidas. Pero para medir el grosor de la Vía Láctea necesitamos concentrarnos solo en esos que están sobre o por debajo de la parte principal de la galaxia; parece ser que los púlsares ‘incrustados’ en el disco principal de la galaxia no nos dan información útil.»
Y con esta elección se reducen los púlsares en un factor de 3, pero es precisamente este rechazo de datos el que hace que los datos del análisis de la Universidad de Sydney difieran con los trabajos anteriores.
«Algunos colegas han venido a decirme que ‘¡eso echa por tierra todo!'» dijo el catedrático. «Y otros han dicho ¡Ah! ¡Ahora todo encaja a la perfección!»
Los resultados del equipo se presentaron en enero de este año en el encuentro de la Sociedad Astronómica Americana en Texas.
Fuente: University of Sydney