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¿Podría realmente una espora alienígena viajar a años luz de distancia entre sistemas estelares diferentes? Sí, si durante el viaje la teoría no requiere que esté viva cuando llegue, seguro que sí puede. La idea de que un organismo diminuto pudiera realizar autostop a bordo de una partícula de polvo espacial para cruzar vastas extensiones de espacio y tiempo hasta que aterrice y se instale en La Tierra primigenia parece un poco inverosímil. Lo más probable es que cualquiera de esos organismos haya muerto hace tiempo cuando llegara Tierra. Pero… ¿podrían esos organismos muertos proporcionar su modelo genomico para iniciar la vida en La Tierra? Pues bienvenidos a la Necropanspermia.


necropanspermia

Motores de búsqueda de la Panspermia: (izquierda) ALH84001, un meteorito marciano que contiene algunas estructuras divertidas que pueden ser depósitos minerales: y (derecha) un tardígrado, un organismo totalmente terrestre que puede soportar altos niveles de radiación, desecación y casi el vacío, aunque prefiere vivir en musgo húmedo. Por lo tanto, aquí no hay panspermia, sino solo astronomía con un microscopio electrónico.

Panspermia, la teoría que sostiene que la vida se pudo originar en otra parte del Universo y fuese trasportada a La Tierra, requiere considerar el lugar en que pudo suceder. Respecto a lo que concierne al Sistema Solar, el candidato más idóneo para la generación espontánea de un replicante con agua como disolvente y basada en el Carbono… por supuesto La Tierra. Y dado que, todos los demás planetas son de la misma edad, la única razón obvia para considerar la noción de que la vida se debió formar espontáneamente en cualquier otro lugar, precisa considerar la necesidad de un periodo de tiempo mucho más largo en el Sistema Solar primigenio.

Las opiniones varían, pero La Tierra pudo haber ofrecido un entorno razonablemente estable e hídrico digamos desde 4,3 a 3,8 mil millones de años, que es cuando tenemos evidencia de las primeras formas de vida según los registros fósiles. Esto representa unos buenos 500 millones de años para la generación espontánea de alguna clase de replicación química primitiva, para convertirse en un organismo autónomo capaz de producir energía metabólica y un ciclo reproductivo completo.

Quinientos millones de años parecen una enorme cantidad de tiempo, aunque vamos a poner un ejemplo por quien conoce lo que realmente representa. Wesson, argumenta que, no es suficiente y hace referencia a otros investigadores quienes calculan que las interacciones moleculares al azar durante quinientos millones de años únicamente producirían unos 194 bits de información, en tanto que el genoma de un virus típico porta 120.000 y el genoma de la bacteria E. Coli posee 8 millones de bits.
Un argumento en contra de la afirmación anterior es que cualquier nivel de replicación en un ambiente con escasas materias primas favorece a aquellas entidades que son más eficientes en su replicación y lo siguen haciendo generación tras generación, lo que significa que, muy rápidamente dejaría de ser un entorno de interacciones moleculares al azar.

No obstante, la necropanspermia ofrece una solución a como podría haber empezado este proceso. El mecanismo a través del cual un genoma extraño muerto se convirta en plantilla para posteriores replicaciones orgánicas en La Tierra, no se conoce en detalle, además de un análisis de virus como ejemplos de plantillas genómicas inanimadas. Aunque se reconoce que la replicación de los virus actuales precisan de organismos celulares, se sugiere que esto no siempre fue así.

Esta línea de pensamiento en apoyo a la teoría de la necropanspermia le queda mucho por demostrar. La teoría todavía requiere que La Tierra primigenia estuviera preparada y madura para esta siembra, con un cóctel suavemente templado de compuestos orgánicos, juntos pero no revueltos, bajo la protección de la atmósfera y la magnetosfera.

En estas circunstancias, el establecimiento de un replicador primitivo a través de una combinación fortuita de compuestos orgánicos parece bastante plausible. No queda completamente claro la necesidad de recurrir a la llegada de un virus interestelar muerto para poner en marcha el mundo tal como lo conocemos.

Más información la pueden encontrar en: P. Panspermia, past and present: Astrophysical and Biophysical Conditions for the Dissemination of Life in Space.

Fuente: Universe Today