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Por una parte, esta noticia no es muy sorprendente, pero por otra, las implicaciones son sorprendentes. Un agujero negro supermasivo, denominado Sagitario A*, vive en el centro de la Vía Láctea. Esta es la conclusión de un estudio de una campaña de observación de 16 años en la región que hay justo en el centro de nuestra galaxia, donde se rastrearon 28 estrellas orbitando un punto común e invisible.
Normalmente estas estrellas estarían ocultas por el gas y polvo de esa región, pero el Observatorio Europeo Austral (ESO) en Chile ha usado sus telescopios infrarrojos para apuntar al agujero negro. Juzgando por las trayectorias orbitales de las 28 estrellas, los astrónomos no solo han podido ubicar el lugar del agujero negro, sino que también han deducido su masa.
Se ha sabido desde hace tiempo que un agujero negro supermasivo ocupa el centro de la mayoría de las galaxias, desde las galaxias enanas hasta las galaxias espirales grandes; la mayoría de las galaxias parecen tenerlas. Pero, de hecho, ver un agujero negro no es una tarea fácil; los astrónomos dependen de las observaciones de los efectos que un agujero negro supermasivo causa en el gas, polvo y estrellas que lo envuelve, ya que no podemos ver al agujero negro, pues por definición es negro.
Rastreando las estrellas individuales orbitando un punto común, los investigadores en el ESO han conseguido las mejores pruebas empíricas por el momento de la existencia de un agujero negro de 4 millones de masas solares. Todas las estrellas se mueven rápidamente, una incluso completó una traslación completa en esos 16 años, permitiendo a los científicos estudiar indirectamente la misteriosa bestia que conduce nuestra galaxia.
«El centro de la Galaxia es un laboratorio único donde podemos estudiar los procesos fundamentales de la gravedad fuerte, dinámica estelar y formación estelar que son de gran relevancia para los otros núcleos galácticos, con un nivel de detalle que nunca podremos alcanzar más allá de nuestra galaxia,» explica Reinhard Genzel, líder del equipo en esta investigación del Instituto Max-Planck para la Física Extraterrestre en Garching, cerca de Munich, Alemania.
«Sin duda el aspecto más espectacular de nuestro estudio de 16 años, es que nos ha llevado a lo que se considera la mejor prueba empírica de que los agujeros negros supermasivos realmente existen,» continúa Genzel. «Las órbitas estelares en el centro galáctico muestran que la concentración de masa central de 4 millones de masas solares debe ser un agujero negro, más allá de cualquier duda razonable.»
Aparte de ser el estudio más detallado de la vecindad de Sagitario A* (las técnicas de este estudio son 6 veces más precisas que cualquiera realizado previamente), los astrónomos del ESO también dedujeron la medida de la distancia más precisa desde el centro galáctico al sistema solar; nuestro agujero negro supermasivo se encuentra a una distancia segura de 27.000 años luz.
Se ha hallado bastante información acerca de las estrellas indivivuales. «Las estrellas en la región más interior tienen órbitas aleatorias, como un enjambre de abejas,» dice Stefan Gillessen, primer autor del artículo publicado en el Astrophysical Journal. «Sin embargo, 6 de las 28 estrellas orbitan el agujero negro en un disco. En cuanto a esto el nuevo estudio también ha confirmado explícitamente trabajos previos en los que se encontró el disco, pero solo en un sentido estadístico. Movimiento ordenado fuera del mes-luz central, orientado aleatoriamente en el interior, así es como se describe mejor la dinámica de las estrellas jóvenes en el Centro Galáctico.»
Bastante simple, el objeto que influye en estas estrellas debe ser un agujero negro supermasivo, no hay otra explicación posible. ¿Significa esto que los agujeros negros tienen una posición más firme como «hecho» cosmológico más que teoría? Parece que sí…
Fuente: Universe Today