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Las mareas pueden hacer inhabitable, la denominada “zona habitable” que existe alrededor de las estrellas de poca masa. Esta es la principal conclusión a la que han llegado, tras un estudio reciente, por un equipo de astrónomos dirigidos por René Heller del Astrophysical Institute Potsdam (AIP) y que ha sido publicado.

Los planetas extrasolares, o abreviadamente exoplanetas, se sabe que existen fuera de nuestro Sistema Solar desde 1995. Cuando buscamos vida en el espacio exterior, los científicos se centran en los exoplanetas que se encuentran en la zona habitable. Esto significa que orbitan a su sol a una distancia tal que las temperaturas de la superficie del planeta permitan la presencia de agua líquida. Se admite que el agua es un ingrediente principal para la vida. Hasta ahora, los dos pensamientos impulsores principales para determinar la temperatura de un planeta es la distancia a su estrella central y la composición de la atmósfera del planeta. Mediante el estudio de las mareas ocasionadas por estrellas de poca masa en sus potenciales planetas acompañantes similares a la Tierra, Heller y sus colaboradores han llegado a la conclusión de que los efectos de marea modifican el concepto tradicional de la zona habitable.

Heller dedujo esto a partir de tres efectos diferentes. En primer lugar, las mareas pueden ocasionar que el eje de rotación del planeta llegue a ser perpendicular a su órbita durante unos pocos millones de años. En comparación, el eje de rotación de la Tierra está inclinado 23,5 grados, lo que da lugar a nuestras estaciones. A causa de este efecto, no habría variaciones estacionales en planetas similares al nuestro en la zona habitable de estrellas de poca masa. Estos planetas podrían tener enormes diferencias de temperatura entre sus polos, que podrían ser un congelador perpetuo y un ecuador ardiente que a largo plazo podría evaporar cualquier atmósfera. Esta diferencia de temperatura podría ocasionar vientos extremos y tormentas.

El segundo efecto de estas mareas podría ser la de calentar el exoplaneta de manera similar al calentamiento por marea de Io, una luna de Júpiter que muestra un volcanismo global.
Finalmente, las mareas pueden ocasionar que el periodo de rotación del planeta (día del planeta) sea sincrónico con el periodo orbital (año del planeta). Esta situación sería idéntica al sistema Tierra-Luna: la Luna solo muestra a la Tierra una cara, la otra cara se conoce como “la cara oculta de la Luna”. En consecuencia, una mitad del exoplaneta recibiría una radiación extrema procedente de su estrella mientras que su otra mitad estaría congelada en una eterna oscuridad.

Por lo tanto, la zona habitable alrededor de una estrella de poca masa no es muy confortable, pudiendo incluso ser inhabitable. Desde el punto de vista del observador, las estrellas de poca masa han sido hasta ahora los candidatos más prometedores para los exoplanetas habitables. Ahora, debido a los hallazgos de Heller, exoplanetas similares a la Tierra que ya han sido encontrados en la región habitable convencional de estrellas de poca masa, tienen que ser reexaminados para tener en consideración el efecto de las mareas.

Heller y sus colaboradores han aplicado su teoría a GI581g: un exoplaneta candidato que recientemente ha sido proclamado como habitable. Han encontrado que GI581g no debería experimentar ninguna estación y que su día está sincronizado con su año. Allí probablemente podría no haber agua en la superficie del planeta, haciéndolo inhabitable.

Heller manifestó que, “creo que las posibilidades de existencia de vida en exoplanetas en la tradicional zona habitable alrededor de estrellas de poca masa, son bastante remotas si tenemos en consideración los efectos de marea. Si se desea encontrar una segunda Tierra, parece que tendremos que buscar un segundo sol.

Fuente: Science Daily