Laika, la perra que hace 60 años orbitó la Tierra

Iniciado por hellothai, 4-Mar-20, 03:18

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ดูหนังออนไลน์ Laika, una perrita recogida en las calles de Moscú, se convirtió hace hoy 60 años en el primer ser vivo en orbitar la Tierra en un histórico vuelo sin retorno que abrió las puertas del espacio a la humanidad. Había transcurrido apenas un mes desde el lanzamiento del Sputnik, el primer satélite artificial de la Tierra, y los científicos soviéticos ansiaban conocer cómo se comportaría un ser vivo en condiciones de ingravidez, con vistas a enviar a un hombre al espacio. 2youHD
Con anterioridad se habían realizado experimentos con animales, con monos en Estados Unidos y perros en la Unión Soviética, pero solo en vuelos suborbitales.  ดูหนังออนไลน์
Debido al diseño del Sputnik 2, el perro debía pesar entre 6 y 7 kilos, tener no más de 35 centímetros de alzada a la cruz, ser callejero -los de raza no son tan resistentes-, y de piel clara, ya que los expertos consideraban que se le vería mejor en las imágenes de los monitores. Por razones de espacio e higiene se daba preferencia a las hembras: a diferencia de los machos no levantan la pata para orinar, lo que facilitaba la colocación de un sistema sanitario. Era un vuelo sin retorno. Era un vuelo sin retorno: el diseño del aparato, que contaba con un dispensador de comida y un sistema de regeneración de aire calculado para siete días, no permitía su regreso a la Tierra. movie2thai

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A la gloria de Serguéi Koroliov.

He tenido que mirar en la Wikipedia porque, aunque entonces era muy pequeño, lo recuerdo de algo antes. En realidad la nave soviética Sputnik 2, viajó el 3 de noviembre de 1957, y Laika murió a las pocas horas por el fallo de la rudimentaria refrigeración de la nave.

Parece que fuera ayer cuando mi padre nos lo leía en el periódico Pueblo desde la cocina a mi hermano y a mí que, entre ensoñaciones, estudiábamos en el cuarto de estar. En el baúl de mis recuerdos aparece la fotografía de la perrita en la minúscula cabina acolchada del módulo de mando, semirecostada, tranquila, con las orejas alerta, muy profesional.

A alguno le parecerá inverosímil, pero en los siguientes meses, en los numerosos descampados que había entonces en Madrid (campo de las calaveras, de las cometas, clínico), volaron infinidad de cohetes de pólvora artesanales, hechos con fundas de puro, trozos de tubería, tubos ligeros que alguien sacaba de no sé dónde, etc., subiendo unos pocos metros o estallando estrepitosamente con todo tipo de fauna en su interior, cucarachas, pequeños ratones, moscas, hasta pollos de cría.

Los construíamos imitando los croquis del periódico, dibujando turbinas, con sus alerones, rampa de lanzamiento y su reguero de polvora para lanzarlos sin peligro. Los más sofisticados regresaban a Tierra en paracaídas entre los vítores de la panda de amigos del espacio.
Alguna vez coincidíamos varios clubs en el campo de lanzamiento y nos poníamos de acuerdo, sincronizando los relojes, para lanzarlos simultáneamente, recoger los restos y echar a correr antes de que acudiesen los guardias.

Eran los años de la autarquía, en los que se jugaba mucho en la calle, construyendo cosas con las manos. Aquellos mágicos años en los que cada día nos dormíamos con una gran hazaña espacial. Ilusos, pensábamos entonces, que en el año 2000 estaríamos todos viajando a las estrellas.
Si comprendes, las cosas son como son
si no comprendes, las cosas son como son

Miquel